Al llegar a clase, los buenos alumnos entran y saludan a la profesora. Luego hay que sacar el material y sentarse en tu sitio.
Durante la clase, la profesora nos explica las mil y una definiciones, y las múltiples páginas de teoría que tiene la Lengua.
La recompensa de los positivos nos hace seguir la clase con atención, mientras que el miedo a que te persiga un negativo persiste.
En los cinco últimos minutos, llega lo peor de la hora, usar la agenda y el timbre que mata a todas las asignaturas, hasta que resucitan al día siguiente. -Cualoboch-
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